Es innegable la necesidad que existía de un libro como él que presentamos a nuestros lectores, sobre todo en el tiempo presente, cuando la Biblia se halla en manos de todo el pueblo cristiano, así como de los no cristianos, como una obra clásica de cultura, y es sabido universalmente que los cristianos basamos nuestra fe y esperanza en las enseñanzas de la Biblia.
Pero hay muchas cosas en la Sagrada Escritura «difíciles de entender —como dice San Pedro— las cuales los indoctos e ignorantes tuercen para perdición de sí mismos» (2.a Pedro 3:16). ¡Cuánto más hoy que en los días del apóstol! Por tal razón son muchos los miembros de las iglesias cristianas que acuden a sus pastores haciéndoles preguntas sobre textos que les resultan difíciles y vienen a ser un escollo para su fe. Ora porque las hayan encontrado en su lectura personal de la Palabra de Dios, o por haber sido acuciados con preguntas capciosas por personas incrédulas, o pertenecientes a otras religiones, para ponerlos en apuro y burlarse de sus creencias.
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