Todos quisiéramos ser felices, pero no nos es fácil lograrlo. El es que creemos que solo obteniendo más de lo que este nos ofrece, podemos tener la felicidad. El apóstol Pablo tenía una actitud muy diferente.
Pablo escribió: "He aprendido a contentarme con lo que . Sé vivir humildemente y sé tener abundancia: En y por estoy enseñado..." (Fil. 4:11-12). El apóstol había aprendido el secreto del contentamiento, cualquiera que fuera su lugar o circunstancia. Dios es la única de la felicidad verdadera. Dios no necesita nada ni a nadie hacerle feliz; aún antes de que el fuese, las tres personas de la Trinidad estaban en completa felicidad. Los creyentes pueden estar felices porque aún y cuando tengan muy poco de lo que este ofrece, tienen las bendiciones espirituales de parte de Dios. En Cristo tienen todas las cosas que necesitan.
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